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Una vuelta “particular” a la ciudad por los “bide gorris”

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Con inicio en uno de los modernos iconos de la ciudad, el auditórium del Kursaal “los cubos de Moneo” (visitaremos otros muchos) y tras cruzar el puente de la Zurriola, el del ”As de Bastos”, por sus representativas y originales farolas, pedaleamos hacia el océano por el Paseo Nuevo, otro emblema capitalino hasta llegar a la escultura “Construcción vacía “ de Oteiza, influyente artista contemporáneo y rival de Chillida. Por el Aquarium (km 2), un museo marítimo de referencia en el mundo, el más visitado en la ciudad y 2º de Euskadi tras el Guggenheim, descendemos por el ascensor para disfrutar con el coqueto muelle ahora más de recreo que de pescadores, y llegamos al Paseo de la Concha,” el archinombrado e incomparable marco”, quizá la playa urbana más fotografiada del mundo. Contorneando la bahía descansamos mirando hacia el horizonte marino en la plaza del “Peine del viento”, de visita obligada, para conocer la preciosa y maravillosa escultura de Eduardo Chillida (Km 5,6), reconocido y premiado artista moderno.

Volvemos por el paseo de Ondarreta para tomar el bidegorri del Bº del Antiguo por la calle Infanta Cristina, principal arteria de un selecto barrio de villas. Después de las Universidades, cruzamos de orilla de dcha a izda para acercarnos al apeadero de Euskotren de Lugaritz, y atravesamos el precioso túnel ferroviario de 1,2 kms (Km 9) que nos permite llegar al populoso barrio de Amara Berri, para enlazar con el estadio de Anoeta (km 12) y otros complejos deportivos a través de la vía ciclable del Pº de Errondo. Tras circunvalar la ciudad deportiva, ahora nos dirigimos hacia el Urumea, entre calles, por el bide gorri de “Balleneros” que nos permite conocer estos barrios periféricos del ensanche del nuevo Amara . Cruzamos a la ribera izda del rio para seguirla a la dcha, al borde y paralelos al río siempre a la espera de un prometido parque fluvial. Estamos en el extremo del último barrio construido (Riberas) y entramos en el de Loiola por el puente de Sarasola (Loiola-Egia), barrio obrero por excelencia, que conserva celosamente muchas historias, y por donde continúa el “bide gorri” cruzando los históricos cuarteles (km 16 ),hasta el otro Bº de referencia, Txomin enea, siempre en vísperas de cambiar al “nuevo Txomin”

Por otro puente, el de Txomin (Espartxo) cruzamos el Urumea y se inicia una suave subida, en una preciosa carretera al Parque de Ametzagaña, un espacio natural que se recuperó de un caos. Tras el santuario /convento de Uba, penetramos en él por la puerta meridional y por una de sus “alamedas” alcanzamos el afortunado mirador que nos asoma a la ciudad desde otro ángulo inverosímil, que con mesa de orientación ofrece un diferente, espectacular y magnífico cuadro de la urbe, desde el centro romántico a los ensanches y suburbios, sin olvidarnos del exquisito paisaje de montañas que circundan Donostia. Es imprescindible ascender hasta los cercanos restos del fuerte que data del siglo XIX, de la 1ª guerra Carlista (1833-1839) que ha recuperado un estado delicado de ruina (km 18,8). Seguimos el paseo por todo este escenario para salir de él por la puerta oriental, en Garbera. Ahora toca cerrar el círculo y se continúa por el reservado ciclable, a la izda. que atraviesa el bien diseñado y moderno nuevo barrio de Intxaurrondo Sur, considerado “dormitorio” y ”residencial”. El carril bici nos conduce hasta Ategorrieta (km 22,75), la puerta de la ciudad viniendo de Francia, con su flamante “Ate gorri – puerta roja”, situado en el islote frente al tradicional reloj, obra de Iñigo Pagola, alegoría en referencia a las puertas rojas que en su día dividieron Donostia y el resto de Gipúzkoa. La excursión toca a su fin. Rodamos por el bidegorri de la Calzada vieja de Ategorrieta para llegar a la playa de la Zurriola, recuperado arenal en el año 1994 y escenario inmejorable para los surfistas y otros perfiles jóvenes, para visitar en el extremo del paseo marítimo (Pº Luis Pedro Peña Santiago) de la escultura de Basterretxea , la simbólica “Paloma de la Paz”. El océano con su marcada línea en el horizonte, es el protagonista antes de terminar en el auditórium Kursaal tras 25 kms de disfrute sobre la máquina de 2 ruedas.

Texto: Jesus Mari Alquézar

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